1.- Cuando tus hij@s empiezan a dejar comida en un platito para
esa lauchita que visita tu casa asiduamente, estás en problemas.
2.- Vivir en el campo no es lo mismo que ser dueñ@ del campo.
3.- El bien y el mal son construcciones culturales. Por ejemplo:
usar las golosinas como recurso
pedagógico puede ser algo normal y hasta buena onda en el campo, mientras que en la ciudad la misma acción es un atentado a
los dientes, la nutrición y los buenos hábitos de los niñit@s.
4.- La paz es del campo. Difícil que se traslade a vos, sobre
todo si estás con un acelere interno similar al de un piloto de fórmula uno.
5.- La niebla no es un
invento londinense o, si lo es, los viles colonialistas acabaron por
encajárnosla a nosotr@s.
6.- A medida que te alejás de la ciudad de Buenos Aires la
escuela pública, laica y gratuita sigue siendo pública y gratuita, pero
comienza a llenarse de cruces, bergoglios y cosas por el estilo.
7.- La primavera tiene más onda que el invierno.
8.- Si no sabés qué hizo tu pareja ayer, qué comieron tus hijos
hace dos días, por qué lloraba tu perro anoche o cuando te vino la última
menstruación preguntale a tu vecino, al almacenero o simplemente a alguien que
pase por la calle. Seguramente ellos tendrán la respuesta.
9.- Aunque no lo creas, la lechuga tiene raíz.
10.- La cantidad de milímetros caídos un día de lluvia puede ser
causa de debate, discusiones, pugilato seguido de muerte y/o guerra civil.
11.- Ser feminista en un pueblo chico de la provincia de Buenos
Aires es un 20% más improbable que ser gay y manifestarlo, un 50 % más difícil que encontrar
un partidari@ de Bin Laden, un 80% más
complicado que andar con taco aguja en el barro y puede parecerle al resto de la población, un 120% más al pedo que no comer carne. Sin
embargo, el porcentaje de mujeres maltratadas es el mismo, o aún mayor, que en
las grandes ciudades del país.